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POEMA PANAMA DEFENDIDA, POR JOSE FRANCO. TEXTO E IMAGENES SELECCIONADAS POR CECILIA R SALAS EN OCASIÓN DE LAS EFEMÉRIDES PATRIAS PANAMEÑAS… POEMA PANAMÁ DEFENDIDA, POR JOSÉ FRANCO. TEXTO E IMÁGENES SELECCIONADAS POR CECILIA R SALAS “No he de callar, por más que con el dedo, y tocando la boca o ya la frente, silencio avises o amenaces miedo.” Francisco de Quevedo “La Patria es el recuerdo...” Ricardo Miró I Entonces fue la Patria los caminos del indio. Los playones, las montuosas serranías atlánticas, las salinas del mangle y los estuarios. Fue la Patria la tribu, los juncales, el fastidio del humo en los bohíos, la sierra agreste, anónima. Pesarosos, hostiles, los senderos del hombre fueron ríos, cordilleras de rocas y jaguares. Del turbulento Atrato al Chiricano suelo pastoril, la Patria ha sido siempre los andantes caminos. los galopes del aire inmemorial, territorio de tránsito perpetuo. La selva, las raíces, la hierba adusta, huraña, las pesarosas tumbas aborígenes, seguían los pantanos, las chozas familiares, las aldeanas inscripciones cerca de los riachuelos solitarios, donde nacen remansos y marismas, Y el cardumen remonta los bajíos. Simples, rústicos troncos ágiles, fueron los indios flechas, rupestres signos, manos ornamentales; ollas profundas de almidón alfarero. Modelaron el barro, las hamacas del viento forestal, las estatuarias costas del Pacifico: sonoras, armoniosas, asientos del crepúsculo y la espiga. Porque antaño el maíz, esmalte y fuego, panal de arcilla roja, fue corteza en las 'Chakjaras', atavío textil, sueño multicolor del cántaro y la sangre. ¡Oh cenizas del indio en mi memoria! Hallo en tu cesta rota la liturgia del vaso funeral; que el hombre es sólo barro, mortal ánfora, polvo común del tiempo y el olvido. Quizás en la amargura de la piedra tu muerte se prolongue, dulce ocarina lánguida, sementera filial, danza de los abuelos enterrados. Me remonto a la noche de tu primo elemento; eras la red, la trampa en el harpón, la pesca humilde en los esteros. Tus palabras indagaron la tierra, las azules leyendas de los Dioses. las videncias del primer jeroglífico en la luna. Padre nuestro del Istmo, candil trate. Lirio de los volcanes y el relámpago. En tu nombre mi Patria se hace origen, texto de la palabra funeral, remota imagen del llanto memorable. II La Patria venía andando como el agua, del tiempo de los hombres. Como de las edades las herrumbres, venía del silencio; de las pesadas ubres del sollozo. Venía con los siglos, con las anunciaciones de las voces antiguas, los despeños de la carne insepulta. Andagoya. ¿Recuerdas? Los indos te contaron la fábula, la crónica perdida, los encuentros primarios con la muerte. Con Cristóbal navegó la conquista, la borrasca inicial. los primeros chubascos de la guerra. Entonces fue la angustia. de la chonta el lenguaje por las ruinas, el tóxico festín de los detritos. El tiempo cuando Ojeda amontonaba de niños degollados los cadáveres y guirnaldas diabólicas de cráneos eran los caseríos… Cuando Nicuesa era un lamento echado al mar… Y fue cuando Panquiaco de brumosas regiones señalando las empinadas cimas, así dijo a Balboa: Allá donde terminan las solemnes aguas del Chucunaque, más allá del macizo valle donde Careta tiene sus poderíos. Cerca de los pantanos insalubres de Ponca, hay un mar generoso, un imperio profundo. Allí del altiplano las soledades mueren al golpe enardecido de los vientos perpetuos. Tristes, ácidos, amargos, moribundos por las abandonadas sembraduras, por donde las caídas hojarascas y las sangrientas noches agítanse furiosas; en los atardeceres lentos, lúgubres, cuando cohabita el puma. y el zaino en el invierno luce sus harapos… inútilmente los caciques convocaron cabildos, a las sombras reuniones de sus dioses. Mas todo fue agonía, pérdida dolorosa de la tarde. III En tu retorno, Patria, con Bolívar, Tomás Herrera alondra fue del Istmo. ¿Por qué invoco su nombre? ¿Por qué canto? ¿Por qué escupo la piedra de las genuflexiones? ¿Quién fue? ¿Qué representa? Hoy invoco su nombre como invoco a Justo Arosemena. Las fechas sostenidas en las puntas del venablo, del ingenio y las viejas sepulturas. Hoy invoco sus nombres porque el barro donde crece la Patria que un día lo formaron los valientes, los ilustres, los patriotas como el buen Santiago de la Guardia, necesario es amarlo en perenne actitud, en anhelos de vidas y de diálogos. La Patria es una perla, una conducta azul, un lecho en vano herido. Siempre la Patria fue destino exacto, múltiple reflexión y manifiesto. Cual si de pronto un río se desbordara por el pulmón de América y las horas, como si las vigencias de los túmulos roturaran el cántaro de los sueños remotos. Cual si las policromías del barro y las vegetaciones coronadas clamaran por sonrisas y palomas, así la libertad era a tus playas galope prolongado, alusión del origen hacia América, abonada por dulces ataúdes, florecidos en las profundidades de la tierra. Porque reclinado al manso animal de su alma el hombre nace, besa los abrigos crepusculares de los pájaros; y cae e implora y muerde el polvo, atado a las raíces del devenir principio sustentado. ¡Oh, baúl de cadáveres, el tiempo! América es la Patria de los indios, América es la Patria, de los negros, América es la Patria, de los hombres amarillos y blancos, porque la tierra es única y amable. ¿Dime si no es el porvenir que canto cultivada ternura en lo terrestre? Entonces Hidalgo era la Patria, San Martín y las tumbas de los héroes. IV Te comparo, de nuevo Patria mía, con un joven indígena, con un joven maíz, fruto de tierra y sol, de lejanas canciones Y de vientos. Para tu sed de siglos la tierra fue tu origen; América, tu casa, el tiempo, tu navío al mañana partiendo irremediable. El tiempo es Dios Universal, mi Patria. Humanamente busco otra fuente más pura. Lo encuentro en la terneza (le la piel, en el agua, en el aire del futuro, como un águila de alas extendidas vigilando a los hombres cual polluelos. El tiempo es el olvido de la muerte. La muerte una morada de escombros y palabras. En la montaña, el viento es un panal silvestre, un trino popular, un riachuelo de alhajas. un techo por donde andan los crepúsculos. Libre como el relámpago es el viento. Mas, ¿Hay acaso flor abierta más hermosa que la sutil mansión de la paloma? ¿En dónde está la Patria? me preguntan mil manos campesinas, jornaleras . Está aquí -les respondo- junto al tiempo, junto a los cafetales y a las plantas más hondas de los ríos; frente a las comunales agonías de la noche donde en llamas madura el corazón. Está aquí -les repito- cual los garfios de antiguo guayacán asido al fondo de la tierra, cual indígena joya, insondable, que lavan los ríos subterráneos. Está aquí como un grito, como un cristal perpetuo de relámpagos, como un filo especial de roca y sangre. Está en las humedades de los bajos, en la soloma intacta, en los profundos pies del monte y los caminos. La vieron los fluviales girasoles en la fosforescencia de los troncos anónimos, perdidos, del buen cereal y la madera pútrida . Porque el día vendrá en que por las planicies, por las altas vertientes erizadas, por los difusos símbolos del pasto y los jardines, vendrán los combatientes hijos de Urraca, los aldeanos taciturnos, no a reconquistar sitios, ni ciudades, sino a exigir terruño, paz y Patria final. los hombres fecundos, los humildes, los que nunca fueron Dioses y fueron tristes y fueron contemporáneos esclavos de los hombres. Por eso cada aurora, cada tarde en que el monte se llena de protesta, y derrumban los cercados y cortan alambradas los labriegos, y prenden las montañas, y encienden mil lámparas de gritos, y hay salomas intensas como llantos y machetes rondando las campiñas, se abre una trocha más, se abre la puerta hermosa de la espera. V Patria mía, cuántas veces tus horas horribles cloacas, oscuros pozos de miedo estremecido. ¡Cementerios de tristes excrementos! Te miro a veces, Patria, como un túnel de cruces y burdeles, como un golpeado muro de cantina. Espectros insaciables cual brujas mitológicas, chupan tu sangre pura, cortan tu sangre humilde, tus manos temblorosas como pétalos. Lucho y tomo mi ruta, la señal venidera... sereno estoy, de frente ante un desfile omnímodo de lanzas, ante las longitudes luminosas del trino, y los aullidos undívagos del lobo nocturnal del destierro. Porque en los villorrios como en las ciudades de esta Patria aturdida, muerden los canes de la angustia, mugen los toros de la tisis, braman los trapiches del hambre en las huesudas manos frías del mendigo cubierto de cenizas... También 'The Canal Zone' es una brasa ardiendo, Patria mía. Si fuera el canal un sitio dulce, si fuera un sendero de alborozo, si abriera sus compuertas a la dicha del hombre sin remilgos; si la bandera nuestra tremolara en sus aguas. Si no decapitaran la alegría... iríamos contigo, saludando, haciendo un mundo bueno. Sería el canal un sitio puro, un eterno vehículo de amor. Pero la gruta rubia del gold roll ha sido un cráter sucio de esputo y pus, de huesos y carne devorada. Porque mientras exista un silver roll de negros y un gold roll de blancos, y haya un prostíbulo por cada dólar que penetre en nuestra tierra, y los indios se pudran como tallos junto a las plantaciones de banano, no habrá paz. Ni habrá fundamentales regocijos, ni habrá un mantel de amor para el dolor antiguo de la patria. Cuando termine la tristeza, cuando no haya mendigos y haya frutos, cuando sean las horas joyeles de alegría y la leche no falte en los manteles, cuando no se lastime la ternura de las recién paridas madres jóvenes, y los ríos extraños busquen sitios a sus banderas de aguas amorosas, cuando los barcos -islas errabundas del pueblo universal lleven la paz; seguiremos creyendo en tu memoria. La Patria nunca muere. Vive como una daga, como un rastrillo joven. La Escuela y los dulcísimos claveles de los textos; los oficios heráldicos del fruto colectivo, los goznes de los céspedes del cosmos; los leales territorios; óbrenle el corazón como una rosa. Cantemos por su nombre. Amemos su estructura en los colegios, un pensamiento suyo en cada tarde. Que vuelva la República a su justo litoral de alegrías. Que vuelva la República a su austero ramaje de esperanzas. Iluminen la Patria los auténticos, los tributarios guías del pueblo laborioso. Que la Patria es el istmo, América y el Mundo. EPILOGO Oh, mi país amado, Panamá. Lirio continental, sutil aroma ungida al pórtico de América. Te han golpeado hasta en tus oquedades, Patria mía. Antaño fusilaron tus indios, los solemnes atabales, los tambores del adiós sin retorno. Más tarde fue molienda tu cintura, jazmín heroico tu ombligo asesinado. Aún te siguen golpeando, Patria mía. Sin embargo, mañana serás júbilo, podré mirarte alegre, oler tu casa limpia, sentir la aurora libre sobre tu patrimonio. Junto a tu corazón, mañana, te lo juro, cantaremos un himno por la vida CECILIA |
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