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POTYLDA 110F
2178 posts
9/17/2013 7:17 am

Last Read:
9/17/2013 7:25 am

TANGO Y BOLERO, POR MAURICIO BOTERO MONTOYA, COLOMBIA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R S


He aquí un interesante artículo que confronta y analiza esas dos variantes de la música popular latinoamericana, que llegaron para quedarse, como aporte y herencia al ideario y acervo cultural universales.

Besos camorreros de

CECILIA



TANGO Y BOLERO, POR MAURICIO BOTERO MONTOYA, COLOMBIA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS.


El tango es de la noche. Tiende hacia la madrugada, como si buscara la luz tras una vigilia de sombras. Es masculino o, en cualquier caso, concita a la solidaridad viril del hombre. Evoca el paso del tiempo, el destino, la deslealtad amorosa. Su lenguaje es expositivo, sumarial, como si quisiera resarcirse con la palabra exacta, a sabiendas de que si no lo salva eso, no lo salva nada, ni siquiera el amor, “(…) que es eterno, mientras dura(…)”, según VINICIUS, poeta de la samba, ese ritmo con la tersura cadenciosa del bolero y la nostalgia narrativa del tango, del cual él mismo decía: “(…)la samba sin tristeza es como la mujer que sólo es bella(…)”.

El tango filosofa, es pedagógico, deja una enseñanza. Como en la ópera, dice la última palabra, esa suave venganza de la inteligencia, frente a las devastadoras derrotas de la vida. Aún en pleno autoflagelo y haciendo ostentación de debilidad, no oculta el orgullo de su lucidez. Trasmuta el dolor en música, con razonables palabras, preludiando la afición argentina por el sicoanálisis. Busca la solidaridad de género y tiende al esbozo ligeramente sociológico; en él cabe el juez, la amistad, el barrio, la lucha de clases, la policía. Es un compendio de cultura, para quienes no tienen otros compendios. Y necesita de oyentes cómplices al recapitular, con efectivismo, algo que ya trazó su parábola vital. De él han dicho que es un caso de comisaría con música. Pero hay que hacer la salvedad de que su retórica no es demagogia, pues quien discute consigo mismo, no pretende que el vecino tome partido.

En el tango MANO A MANO, por ejemplo, un hombre recapitula su vida con una mujer. Sabe que le ha fallado. Sabe, además, que para ella es un otario, un ente sin criterio y un necio; que ella lleva --quizá en silencio--, la cuenta de sus faltas: una cuenta femenina detallada.

El hombre piensa, igualmente, que la ha amado, que le ha proporcionado alguna dicha. Le dice, entonces, que no se deben ya nada el uno al otro; que cree haber quedado “(…) mano a mano (…)”, pero que si quedase alguna deuda chica, “(…) en la cuenta del otario que tenés, me la cargás (…)”. Alude, como ya señalamos, a la contabilidad secreta de esa mujer, que prefiere anotar las fallas, antes que olvidarlas.

En el tango, en las crisis más adversas, el hombre descubre en sí suficiente coraje para compartir el dolor con una mina –mujer-- traicionada por una rosa. Aunque justamente él sea la ocasión de esa rosa, hasta en eso es solidario.

El bolero, en cambio, suele estar antes del hecho amoroso, del cual es instigador. Busca la penumbra. Es un idilio al que no le urge terceros, para existir. Es la rosa. El bolero utiliza, arteramente, susurros de seducción. Tiene agendas secretas y, para lograr su propósito, la dama es una diosa a la que nunca se “(…) ha dejado de adorar (…)”, como en PERFIDIA, o es “(…) cosas como tú para quererlas (…)”. Cosas… ¡¡¡¡y ni las feministas se enfadan!!!!

Es difícil hallar en el bolero a la mujer intermedia entre cosa y divinidad; en el tango MALENA no obstante, el hombre confiesa su admiración por ella, como persona, sin más.

El bolero menos descriptivo logra que un ripio como: “(…) cual calcomanías en mitad del alma (…)” --improbable fantasma con tatuaje--, pase impunemente la aduana racional en rítmico elogio, debido al hechizo de lo que llamamos estar tragado del otro.

Otras culturas intentan robarle la música al tango y al bolero, pero no pueden trasvasar bien sus letras.

Así, una despedida trágica como la del ADIÓS MUCHACHOS, al traducirse al inglés, se minimiza en piropo sedoso para la pareja de baile, en la voz profunda de LOUIS ARMSTRONG.

De igual forma, el melodrama del bolero SOMBRAS “(…) quisiera abrir lentamente mis venas,/ mi sangre toda verterla a tus pies (…)”, se siente como un charco de sangre en un hospital, en cualquier otro idioma.

El bolero, afín a las penumbras, cultiva la calidez del entresueño. Su momento propicio es el atardecer; bronceado de luna, no tolera el innecesario sol de las madrugadas. Es femenino, sin que eso le impida ser machista. Posee la tesitura del momento mágico anterior a la seducción y promete, con generosidad, lo imposible. Apela no tanto a la lucidez de la lógica despierta, sino a la resonancia afectiva de la persona amada. Pretende ignorar que: “(…) amar es practicar una religión, cuyo Dios es falible (…)”, según dijera ese tanguista que fue JORGE LUIS BORGES. Y, como tiende al frenesí, no le preocupa la enormidad de lo que promete --cielo y tierra--, pues incumplir en ese momento de entresueño es imposible y, además, ni la realidad, ni el futuro importan, porque no existen.

El bolero sólo vive su propia embriaguez, mientras el tango amanecido insiste en el ascetismo expositivo de la comprensión, y en la inútil coherencia de la sobriedad.

En el bolero predomina la melodía sobre la letra, cuyas metáforas puentes hacia el ensueño. Desvestido de música, sería apenas una antología de lo cursi, pero su suave ritmo da a la emoción el necesario permiso para agotarse en efluvios caprichosos y para perderse en los desvaríos de los sentimientos arbitrarios, tal como acontece en la música del genial bolerista estadounidense COLE PORTER.

En ese frenesí, decepcionar es el secreto de la seducción y la lógica es un recurso helado, de aquellos que carecen de sentimientos razonables.

Mientras, el tango lleva en sí un ruido de corazón destartalado y, como buen porteño, no teme conjugar sustantivos, como el tanguista que se emburdeló, para olvidar el mal de amor.

El tango es una alegoría que presiente que lo bello es el primer eslabón de lo terrible, aún si su música --ya cosmopolita--, omite la letra que le dio vida. El tango igual influye en el patetismo de la PIAF, esa bolero-tanguista francesa, cuya voz, como blasfemia, azota la indiferencia de los ángeles.

En EL DÍA QUE ME QUIERAS, raro tango de expectativa y no de recuento, GARDEL arriesga una razón de por qué ama a una mujer: “(…) ella aquieta mi herida./ Todo, todo se olvida (…)”, lo que revela tanto de él como de ella. Y resiente: “(…) esta pasión que lastima,/ este dolor que no pasa/ (…)”, evocativo de “(…) es el amor, / tendré que esconderme o que huir(…)”, del enamorado BORGES.

Dado al entresueño, el bolero desconfía de la vigilia; tiene la sensualidad íntima de su carácter latino y caribeño, mientras que el tango divide sus penas, compartiéndolas como un sujeto escarmentado. El tango mira hacia atrás; es narrativo, bailable y escenificable, para beneficio de terceros.

El bolero, por contraste, aborrece la escenificación y se baila mejor en un rincón, como táctica de seducción, en su perpetuo ánimo conquistador. Y cuando la seducción falla, el galán, despechado, revela la conjura: “(…) Total, si me hubieras querido,/ ya me hubiera olvidado/ de tu querer./ Total, si no tengo tus besos,/ no me muero por eso,/ yo ya estoy cansado de tanto besar(…)”. Como el bolerista cree que: “(…) el odio duele menos que el olvido (…)”, cuando hay ruptura, el amante despechado exige: “(…) ódiame, por piedad,/ yo te lo pido,/ ódiame sin medida ni clemencia,/ odio quiero más que indiferencia,/ porque el rencor duele menos que el olvido (…)”. Pero el bolero que revela mejor su engañosa estrategia, es el del amante que, tras el logro de su pasión, confiesa: “(…) Ayer te vi pasar/ y al quererte llamar / la verdad es para que te asombres / que a pesar de lo mucho que te amé, / ¿lo puedes tú creer?/ Se me olvidó tu nombre (…)”.

Si el bolero cultiva ilusiones y el tango desengaños, si uno es preludio y el otro tiende a la recapitulación, no tenemos que elegir entre la noche y el día, entre el momento amoroso y la prosa de su desenlace. Aliviamos con ambos el dolor de estar vivos, amparados por la melodía, por el sentimiento que reconstruye al mundo en su canto, y el sueño que equivoca su vigilia.


CECILIA


POTYLDA 110F
2043 posts
9/17/2013 7:25 am

SIENTO UNA GRAN ALEGRÍA PORQUE, SIN AÚN CONOCERNOS, ME HONRAS CON EL PRIVILEGIO DE TU VISITA, DE TU LECTURA, DE TU ATENCIÓN, DE TU INAPRECIABLE TIEMPO.

SALUDOS SOLIDARIOS E ISTMEÑOS DE

CECILIA


CECILIA