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LOS RENOS DE SANTA CLAUS, POR FRANCISCO MORENO MEJÍAS, ESPAÑA - PANAMÁ, DE SU LIBRO DE CUENTOS UN PU  LOS RENOS DE SANTA CLAUS, POR FRANCISCO MORENO MEJÍAS, ESPAÑA - PANAMÁ, DE SU LIBRO DE CUENTOS UN PUÑADO DE OCURRENCIAS. TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS. Era diciembre. Ya había pasado el día de las madres y la mamá de Vicky, preciosa niña de cinco años, llamó a la fábrica y le dijo a su esposo que le mandara al chofer, para que adornara la fachada del chalé. Éste trajo una escalera grande, la apoyó sobre la pared y empezó a colocar luces y guirnaldas que le iba pasando una de las empleadas. La señora ponía bajo el árbol de Navidad muchos regalos, envueltos en papeles brillantes. La niña le ayudaba, enganchando en el árbol cintas doradas y esferas de colores. La señora mandó a abrir los enormes ventanales del recibidor, para que entrara la brisa navideña, y los dos miembros de la servidumbre pudieron escuchar el siguiente diálogo: —Mami, hoy salió en la televisión la Primera Dama llevándoles juguetes a unos niños pobres, que viven en unas casitas hechas de latas y cartones. ¿Es que a los niños pobres no les lleva juguetes Santa Claus? —Hay muchos niños pobres que no reciben regalos de Santa Claus, le respondió la madre. --¿Y por qué?, insistió la niña. --Pues porque en el mundo viven muchísimos niños y Santa Claus, a veces, no tiene juguetes para todos. --¿Cómo puede ser Santa Claus tan malo? Pues si no tiene suficientes juguetes para todos los niños del mundo, mejor sería que empezara por regalárselos a los niños pobres y, si luego no le alcanzan para los niños ricos, pues no importa, porque sus papás podrán comprárselos. —-No, Vicky. Santa Claus no es malo. Hace muchos años, él quiso hacer eso que tú dices, pero cuando llegó a las barriadas de los niños pobres sus papás, como tenían hambre y no podían comprar ni jamones ni pavos, se comieron a los renos. Cada vez que Santa Claus empezaba a repartir sus juguetes por esas barriadas brujas, tenía luego que alquilar un camión, para seguir repartiéndolos, porque los renos acababan en las ollas de los pobres. Como tú comprenderás, no quiso arriesgarse más y por eso no volvió a visitarlos. —-Mami, entonces Santa Claus no es malo. Malos los pobres, que no agradecen lo que se les da. --¡Exactamente!, respondió la madre. Afuera, el chofer bajó por la escalera, para buscar una tira de luces intermitentes. Al pasar junto a la empleada, se inclinó y le dijo al oído: —¡¡Mientras continúen educando así a los niños, este país seguirá yéndose pal'carajo!! CECILIA |
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SIENTO UNA GRAN ALEGRÍA PORQUE, AÚN SIN CONOCERNOS, ME HONRAS CON EL PRIVILEGIO DE TU VISITA, DE TU LECTURA, DE TU ATENCIÓN, DE TU INAPRECIABLE TIEMPO. SALUDOS SOLIDARIOS E ISTMEÑOS DE CECILIA  CECILIA
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