Close Please enter your Username and Password
Reset Password
If you've forgotten your password, you can enter your email address below. An email will then be sent with a link to set up a new password.
Cancel
Reset Link Sent
Password reset link sent to
Check your email and enter the confirmation code:
Don't see the email?
  • Resend Confirmation Link
  • Start Over
Close
If you have any questions, please contact Customer Service


POTYLDA 110F
2178 posts
1/20/2014 7:05 pm

Last Read:
1/20/2014 7:08 pm

CUENTO DOS CUELLOS BLANCOS LEVANTADOS, POR MARTHA CECILIA RIVERA, COLOMBIA. TEXTO SELECCIONADO POR C



CUENTO DOS CUELLOS BLANCOS LEVANTADOS, POR MARTHA CECILIA RIVERA, COLOMBIA. TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS

Ahora se consiguió una amante de nombre Ladimagvet. Una más de esas que se cuentan a sí mismas que su destino es comerse los sobrados que otras dejan. Yo gano, pensé sin preocuparme. Al final él siempre se queda, mi esposo es un río que no se desborda, no por exceso de cauce sino por pereza. Ladimagvet Herrera. ¡Qué nombre! Quizá sus padres lo escogieron para fingirse extranjeros. Yo gano. Mi nombre tiene clase. Me fui a buscarla, quería comprobar que era, igual que todas las otras, una de esas pobres mujeres que agradecen el obsequio inesperado de tener de cuando en cuando algún hombre en sus camas. Pobrecitas. Esas ocasiones para ellas escasas. Costosas también, gastan cada mes todo su sueldo en peluquerías y tiendas, para lograr verse bonitas. O jóvenes. O delgadas, o de piel más clara, lo que sea necesario para disfrazar las deficiencias corporales que ellas creen responsables del frío de cada noche en sus sábanas. Yo gano. Sé muy bien que mi valor no está en el ángulo de mis nalgas. La esperé entre el automóvil de una amiga, a la salida de su trabajo, pasadas las cinco. No me equivoqué. Yo gano, pensé al verla. Sus caderas bailaron de lado a lado, caminado de solterona que pretende ser muy fina. En sus manos una bolsa plástica con las sobras de su almuerzo; ni siquiera la ocultó entre su cartera, para adjudicarle alguna dignidad a su estampa de pobreza. Sus zapatos con tacón oblicuo, de tan gastado, produjeron una imagen tan dejada y tan mediocre, que debí desviar la vista. Yo gano, pensé otra vez, y me llené de orgullo, por mi superioridad sobre ella. Entonces, los vi. A ambos, al mismo tiempo. Blancos. Abiertos. Blancos. Tiesos. Llenos de almidón y con alambre interno. Los cuellos. En plural, sorpresa. Sugestivos. Sensuales. Invitaron la mirada a deslizarse hacia abajo y detenerse en los senos repletos. El de su blusa, lo vi a través de la ventana. El de la mía, en el espejo retrovisor del coche. Idénticos. Dos mujeres tan distintas usando ese día dos blusas iguales. Me reconocí patética. La amante del año pasado tenía mi mismo color de ojos. La del anterior, el mismo médico. La anterior a esa, también usaba pañoletas. Todavía sigo aquí, sin preocuparme… yo gano. Aunque cada amante comparta siempre algo conmigo, además de mi marido. Yo gano. Algo ha cambiado, sin embargo, por culpa del cuello blanco. Ahora he empezado a preguntarme qué es lo que en realidad me gano, cuando gano.


CECILIA


POTYLDA 110F
2043 posts
1/20/2014 7:08 pm

SIENTO UNA GRAN ALEGRÍA PORQUE, SIN AÚN CONOCERNOS, ME HONRAS CON EL PRIVILEGIO DE TU VISITA, DE TU LECTURA, DE TU ATENCIÓN, DE TU INAPRECIABLE TIEMPO.

SALUDOS SOLIDARIOS E ISTMEÑOS DE

CECILIA


CECILIA