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LA ONDA VERDE, ANÓNIMO. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS  LA ONDA VERDE, ANÓNIMO. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS En la fila del supermercado, el cajero le dice a una señora mayor, en tono severo: ---Ud. debe traer su propia bolsa de compras, señora, ya que las bolsas plásticas nocivas para el medio ambiente. Ud debe sumarse a la campaña de la Onda Verde. La señora le pide disculpas y explica: ---Es que en mis tiempos no había Onda Verde... El empleado y los integrantes de la fila, la miran atónitos y el cajero, con cara de solemnidad, le lanza a la anciana el siguiente discurso: ---Gracias a Uds., tenemos ese problema hoy en día, señora. Su generación no tuvo suficiente cuidado para preservar nuestro medio ambiente y hoy tenemos que reparar nosotros lo que ustedes dañaron. La mujer se voltea a mirar a todos los presentes y le responde serenamente al cajero: ---Bueno, tiene Ud. razón... en mis tiempos, hacíamos las cosas de manera diferente. Por ejemplo, las botellas de leche, las de refrescos y las de cerveza se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la planta y ahí las lavaban y esterilizaban, antes de llenarlas de nuevo, de manera tal, que se usaban las mismas botellas una y otra vez. Creo que hoy le llaman a eso reciclar. Pero si, no teníamos Onda Verde en mis tiempos… También subíamos y bajábamos las gradas, porque no había escaleras eléctricas en cada comercio y oficina. Caminábamos al almacén, en lugar de subir a nuestro auto de 300 caballos de fuerza, cada vez que necesitábamos recorrer dos cuadras. Pero tiene Ud. razón, jovencito: no teníamos la Onda Verde, en esos tiempos… En ese entonces, lavábamos los pañales de los bebés, porque no había de los desechables. Secábamos la ropa en tendederos, usando tanto la energía eólica como la solar y no esas máquinas consumidoras de energía que funcionan con 220 v de electricidad. Los chicos usaban la ropa que heredaban de sus hermanos mayores, las cuales no eran siempre modelitos nuevos, ni de marcas famosas muy costosas. También preparábamos los alimentos de principio a fin y no metíamos empaques desechables con sopas instantáneas, en hornos que consumen electricidad como demonios. Pero es cierto: no teníamos Onda Verde, en ese entonces… En nuestros tiempos, en la casa contábamos tan sólo con una televisión o un radio, y no con un televisor en cada cuarto. Además, la TV tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, y no una pantallota del tamaño de un estadio. Tampoco se transmitían programas durante todo el día y toda la noche, y sólo contábamos con 3 ó 4 canales de televisión. En la cocina, por ejemplo, molíamos, exprimíamos y batíamos todo a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hicieran por nosotros. Cuando empacábamos algo frágil, para enviarlo por correo, usábamos periódicos viejos para protegerlo y no esas bolitas plásticas infladas, que tanto contaminan el ambiente. Y sí, tiene Ud. toda la razón: no teníamos Onda Verde… En mis tiempos, no encendíamos un motor y quemábamos gasolina, tan sólo para cortar el pasto. Usábamos una podadora, que funcionaba con energía muscular. El ejercicio lo hacíamos trabajando, y no necesitábamos acudir a un gimnasio, para correr sobre cintas mecánicas que funcionan con electricidad. Tomábamos agua de una fuente, cuando teníamos sed, en lugar de utilizar vasitos desechables o botellas plásticas. Recargábamos con tinta las plumas de escribir, en lugar de comprar una nueva, cada vez que la tinta se le agota a la anterior. También cambiábamos las navajitas de afeitar, en vez de echar a la basura la afeitadora completa. Tiene Ud. razón: no teníamos Onda Verde, en mis tiempos… En ese entonces, los niños caminábamos para ir a la escuela, algunos tomaban el tranvía o el camión, y otros iban a sus destinos en sus bicicletas. En ese tiempo no se formaban filas interminables de carros estacionados en doble y hasta triple fila, frente a las escuelas, ni se originaban los embotellamientos que hoy ayudan tanto a contaminar el ambiente. Teníamos un enchufe en cada habitación, y no una regleta con enchufes suficientes para conectar una docena de artefactos, mismos que mantienen ahora a los niños pegados a las pantallas, sin tiempo para jugar y ejercitarse físicamente, con los juegos propios de la niñez que disfrutamos nosotros. No necesitábamos para nada de aparatos electrónico que captan señales satelitales emitidas a miles de kilómetros de distancia y desde el espacio, para encontrar la pizzería más cercana. Ciertamente, no contábamos con una Onda Verde, finalizó diciendo la anciana. El cajero y los sujetos que conformaban la fila guardaron silencio, mientras observaban cómo se alejaba la mujer mayor. Eran la generación de lo desechable, de lo automático y de lo cibernético; la generación que había inundado el planeta de envases, vasos y platos plástico; de pañales, baterías, empaques, autos, celulares y piezas electrónicas desechables... Tuvieron que aceptar que parte activa del conjunto de generaciones más reciente: aquél que, de forma equivocada, se lamenta de cuán insensatos fueron los más viejos, por no contar en su juventud con una Onda Verde… CECILIA |
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SIENTO UNA GRAN ALEGRÍA PORQUE, AÚN SIN CONOCERNOS, ME HONRAS CON EL PRIVILEGIO DE TU VISITA, DE TU LECTURA, DE TU ATENCIÓN, DE TU INAPRECIABLE TIEMPO. SALUDOS SOLIDARIOS E ISTMEÑOS DE CECILIA  CECILIA
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