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LA GRAN FIESTA, ANÓNIMO. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS.  LA GRAN FIESTA, ANÓNIMO. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS. Hace poco, mi mujer y yo asistimos a la fiesta por los 70 años de ¿JOSÉ? ...¿o de RAMÓN?...no lo sé con seguridad. En realidad, no me acuerdo de ninguno en particular. Recuerdo, eso sí, que de segundo o cuarto año de la secundaria te empezaban a llover invitaciones en cartulinas blancas, con letras doradas. ¡Eran los cumpleaños festejando los 15! Ocho o diez años después, comenzaron a llegar las invitaciones para asistir a las bodas de los amigos y amigas. Luego, llegaron los cumple de los hijos, de los amiguitos de los hijos y de los hijos de los amigos. Después, todo se volvió más tranquilo: el de los nietos en saloncitos alquilados, de 5 a 7:30 p.m., y ¡adiós! Entonces, alguien inventó el cumpleaños del número redondo: festejar los 70, ¡y estuvo genial! ¡Sí, Señor!! Es casi, casi, la Fiesta de la Nostalgia… ¿Les dije ya que hace poco nos invitaron a una, justamente cuando hacía mucho tiempo que no teníamos una salida formal, y había que ir bien emperifollados? La modista arregló nuestros vetustos vestidos y ensanchó los trajes y pantalones. Llegado el día, nos fuimos al encuentro de los compañeros de una generación pujante y vital. Al llegar saludamos a JOSÉ, --el festejado, ahorita lo recuerdo--, y cuando sirvieron, desde unas fuentes, los platos calientes que se comían de pie, comenzaron los problemas. Este fue el menú: * Raviolitos y ñoquis al verdeo. * Mollejitas fritas con salsa cuatro quesos. * Camarones en salsa provenzal. Todo los 200 comensales estuvimos bien servidos mientras, apretaditos y de pie durante la recepción, sosteníamos un plato caliente con una mano, mientras en la otra portábamos el tenedor y el vaso de whisky, tratando de saludar con ella a un amigo, sintiendo un leve pero persistente temblequeo de Parkinson en ambas manos. . . Como era de esperarse, me salpicaron el traje en 3 ocasiones: con una salsa roja, con otra con aroma a ajo y con una crema espesa. Por fin, pasamos al salón principal. La conversación en la mesa se fue poniendo linda. Todas las frases comenzaban con: ---"¿Te acuerdas de...?” ---“¿Dónde estabas el día que...?" ---"El que no está bien es..." ---"¿Sabes quién tuvo otro nieto...?" ---"Supiste quién se murió…?" Cuando alguien trataba de recordar quién fue el que hizo tal o cual cosa, en los años 50 y pico, se escuchaba tan sólo: --- "¿Eeeehhhh…?" --- "¿Cómo era…?" ---"¿Cómo se llamaba…?" Otras conversaciones que escuché fueron más o menos así: -- “¿Y Uds. ya tienen nietos?”-- preguntó un invitado, al que se le movía la dentadura postiza. --- “Si, una.” -- le respondió otra invitada. -- “¿Dos nietas ya?” -- “No, una sola.” -- “¿Dos varones?” -- “¡¡NOOOO, UNA NIETAAAA!!” -- “¿Neneta? ¡Qué lindo nombre! Disculpa que no te escuche bien. Están poniendo la música muy alta.” Mi mujer le comentó a otro invitado: -- “Acá tengo una foto de mis nietas.” -- “Ni te molestes, sin los lentes no veo nada.”, -- fue su respuesta. La fiesta estaba bien buena y el disc-jockey pasaba de QUIÉREME MUCHO a DE LA LOMA, y de LA LAMBADA al CHA CHA CHÁ, sin olvidarse del TRÍO MATAMOROS, ni de ANTONIO MARÍA ROMEU. Desde la pista, un tipo que oficiaba de locomotora nos hacía señas, para que saliéramos a bailar con el trencito. Dos veces lo intenté, y las dos me senté. Dos veces me paré, y dos veces mi mujer me dio un pellizco, en zonas de compromiso, mientras en secreto me gritaba al oído: -- “¡¡Espera las piezas lentas, pues si bailamos esto, se nos descose todo!! ¿Por qué no vas afuera con CARLITOS y OSCAR, a fumar un cigarro? Ahí viene el mozo ¿Te pido algo?” -- “Sí, pídeme un trago largo con Mylanta y un par de aspirinas, todo bien batido y con bastante hielo. Estoy que repito lo que me comí. Ya vengo.” --- “Mi amor, -- me dijo mi mujer cuando me levanté de la mesa--, llévate el celular, por las dudas, y también este papel con el número de la mesa anotadito, para que después no te pases toda la noche buscándome por el salón.” El baño estaba de lo más concurrido; muchos de los invitados --flojos de vejiga y prostáticos--, nos encontrábamos a menudo haciendo uso del mismo. Desde salòn, el tipo del micrófono avisaba que se había perdido una señora llamada CECILIA, quien no encontraba su mesa. Que fueran a retirarla al sitio del tipo que pasaba la música. A las 11 de la noche, nos tomaron la presión a todos, mientras un cardiólogo hacía bajar la presión de los más graves, con pastillas sublinguales. Además, un enfermero atendía sin costo alguno, a los que se sofocaban bailando. Por suerte, no fue necesario utilizar el aparato para realizar electrocardiogramas, ni tampoco el DEA (Desfribrilador Externo Automático). Para tranquilidad de todos, nos avisaron por el parlante que una Ambulancia hacía guardia pasiva, a la puerta del salón. Junto con los recordatorios que nos obsequiaron a los invitados y como un detalle realmente novedoso -- (¿JOSÉ o JUAN?) es un detallista--, nos regalaron también pañales desechables, a los que queríamos seguir tomando cerveza. ¡FORMIDABLE INVENTO, ÉSTE DE CELEBRAR LOS 70 AÑOS Y, MÁS AÚN, QUE SE PONGA DE MODA, CUANDO TODAVÍA ESTAMOS HECHOS UNOS POTROS! ------- OBSERVACIÓN: SI ERES UN ADULTO MAYOR Y VAS A REENVIAR ESTE CORREO, ESCRIBE TODO CON MAYÚSCULA BIEN GRANDE, PUES ES MUY PROBABLE QUE LA MAYORÍA DE TUS AMIGOS NO VEA NI UN C...JO. CECILIA |
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SIENTO UNA GRAN ALEGRÍA PORQUE, SIN AÚN CONOCERNOS, ME HONRAS CON EL PRIVILEGIO DE TU VISITA, DE TU LECTURA, DE TU ATENCIÓN, DE TU INAPRECIABLE TIEMPO. SALUDOS SOLIDARIOS E ISTMEÑOS DE CECILIA  CECILIA
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