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POTYLDA 110F
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10/1/2015 12:12 pm

Last Read:
10/1/2015 12:19 pm

EL CUARTO DE LOS TRASTES NO DEBERÍA EXISTIR, POR JAIME JARAMILLO, PAPÁ JAIME, COLOMBIA. TEXTO SELECC



JAIME JARAMILLO,-- PAPÁ JAIME--, además de ser el autor del texto que les ofrezco en esta Nota, es el creador de LA FUNDACIÓN NIÑOS DE LOS ANDES.

Por su labor en pro de las personas pobres ha sido nominado al premio NOBEL DE LA PAZ.

Espero que este mensaje sea del agrado de Uds. y que si aún no lo hacen, decidan poner en práctica lo que se plasma en el mismo.

CECILIA



EL CUARTO DE LOS TRASTES NO DEBERÍA EXISTIR, POR JAIME JARAMILLO, PAPÁ JAIME, COLOMBIA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS.

En una ocasión, antes de dar inicio a mi sección diaria Semillas para el espíritu, del programa radial Muy buenos días, me dijo Mario, el presentador:

--- “Jaime, hay una niña discapacitada que vive en condiciones infrahumanas en un tugurio, con su tía, y necesita una silla de ruedas.”

Ese día conté el caso de esta niña y hablé sobre la importancia del servicio solidario y de dar sin esperar retribución. Recuerdo haber dicho enfáticamente que aquellas cosas que no utilizamos durante seis meses ya no nos pertenecen y, por lo tanto, deben darse a alguien que las necesite.

Expliqué con claridad que los trasteros, los cuartos de triques, de trastes o de cosas en buen estado que ya no utilizamos, como cobijas, ropa, calzado, muebles, herramientas, cuadros, adornos, bicicletas, coches de niños, juguetes, etc., etc., no deberían existir.

Al final de la sección llamaron alrededor de 100 personas, 99 de las cuales dijeron que también necesitaban sillas de ruedas, y sólo una señora ofreció una, que podíamos pasar a recoger a su casa.

Le respondí que sería una buena idea que ella fuera con la silla a la emisora de radio, para que juntos se la entregáramos a la niña, que vivía en el barrio SIMÓN BOLÍVAR. La señora me respondió que confiaba en mí, que no tenía objeción alguna en que yo recogiera la silla e hiciera entrega de la misma.

Yo le comenté que no era cuestión de confianza, sino de sentir la satisfacción de entregarla personalmente, diciéndole:

---“Yo quiero que usted me acompañe y experimente el placer tan grande de dar, y la felicidad que se siente al servir. Usted no tiene ni la menor idea de lo agradable que es experimentar dichos sentimientos.”

Le expliqué también que una cosa es conocer la textura, el color y forma de una manzana, y otra muy distinta meterle un buen mordisco y experimentar su sabor.

Ella accedió finalmente y acudió al estudio con la silla. De ahí nos dirigimos al CERRO DEL AHORCADO, en CIUDAD BOLÍVAR, lugar al que a veces la gente acude, para colgarse de un árbol, debido a la desesperación. El alcantarillado iba por fuera y rodaba por un canal enclavado en la pendiente.

Al sentir el frío y la pestilencia del ambiente, la señora quiso regresar, pero finalmente ingresamos al cuarto oscuro y denso de la paupérrima vivienda en donde se encontraba aquella criatura de doce años.

Según nos contaron algunos de sus familiares presentes, el torso y las extremidades de la niña estaban totalmente llenos de callos y llagas, pues llevaba gran parte de su vida arrastrándose sobre el piso.

Levantamos a la niña del basto colchón que hacía las veces de cama, la sentamos sobre la silla de ruedas y la llevamos a dar un paseo. En cuanto la niña salió a la luz del sol y vio la montaña empezó a reír con unas estentóreas carcajadas. Por un momento pensé que era retrasada mental, pero sus risas obedecían a que nunca había salido a dar un paseo y tampoco había visto un camión, aunque estábamos en pleno siglo XXI… en 2009, para ser exactos.

Continuamos nuestro paseo, hasta llegar a una esquina, en donde estaban preparando un asado, que decidimos probar. Mientras los tres comíamos, la señora que donó la silla no cesaba de llorar. Le pregunté la causa de sus lágrimas:

--- “Jaime, usted no tiene la menor idea del motivo por el que estoy llorando.”, fue su respuesta.

Le dije que ella debía sentirse feliz, por haber realizado una buena obra, en favor de aquella niña.

Ella, con voz entrecortada me contestó:

--- “Lloro porque tuve esta silla de ruedas en el garaje de mi casa, durante más de ocho años. Lloro al pensar que esta niña se arrastró sobre el suelo durante todos esos años, mientras la silla se oxidaba y deterioraba, por falta de uso. Lloro porque esa pobre niña nunca pudo dar un paseo como el que está dando ahora. Lloro por las oportunidades que tuve para ayudar a otros y, no obstante, nada hice.

Yo tan sólo le respondí:

--- El dolor se produce cuando nos percatamos de cuánto hemos tardado en actuar, pero nunca es tarde para empezar a hacerlo.

¿Somos de las personas que guardamos todo, porque “(…) cosas que algún día pueden servir (…)”, por lo que llevan años en el trastero de nuestras casas?
No acumulemos cosas que ya no necesitamos, pues a otras personas les hace falta, como esas muletas que usamos aquella vez que nos fracturamos una pierna; como esas cobijas que ya no utilizamos, pero que tanta falta le hace a los indigentes que se mueren de frío, durante el invierno.

¿Y qué decir de esos pantalones que nos pusimos tan sólo una vez, porque vimos que una de nuestras amigas tenía unos iguales, pero pensamos que no debemos regalarlos porque están nuevecitos?

No se trata de que regalemos sólo lo viejo e inservible, pues ello no tiene el menor mérito. Cuando damos con el corazón, obsequiamos lo que a nosotros nos gustaría que nos diesen, si fuésemos los necesitados.

Desocupemos hoy mismo los trasteros, los cuartos de triques, de trastes o de cosas que ya no utilizamos y regalemos un poquito de felicidad a todos esos niños y/o personas mayores que están sufriendo carencias.







CECILIA


POTYLDA 110F
2043 posts
10/1/2015 12:19 pm



A todo aquél que visita mi sitio le doy las gracias, pues aún sin conocernos, me honra con el privilegio de su lectura, de su atención y de su inapreciable tiempo.

Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos.

Saludos solidarios e istmeños de

CECILIA




CECILIA