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EL ÁRBOL DE LOS DESEOS, ANÓNIMO. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS  EL ÁRBOL DE LOS DESEOS, ANÓNIMO. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS "Durante un viaje, un hombre entró al paraíso por error. En el concepto indio del paraíso, los árboles denominados KALATAPARUS conceden deseos. Para lograrlos, simplemente te sientas bajo uno de ellos, expresas tu deseo e inmediatamente éste se cumple, sin que exista espacio alguno entre el deseo y su cumplimiento. El hombre, cansado, se durmió bajo uno de esos árboles. Al despertar, sintió hambre y dijo: “¡Tengo tanta hambre! Ojalá pudiera tener algo de comida.” Inmediatamente apareció una deliciosa comida. Tanta hambre sentía el sujeto, que no prestó atención a de dónde había salido la comida. Cuando tienes hambre, no estás para filosofías. Una vez saciada su hambre, miró a su alrededor. Se sentía satisfecho, pero otro pensamiento surgió en él. “¡Si tan sólo pudiera tomar algo!” De inmediato apareció una botella de un vino estupendo. Mientras bebía el vino bajo la sombra del árbol y disfrutaba de la suave brisa, el hombre se preguntó: “¿Qué está pasando? Estoy soñando o hay fantasmas que están jugándome una broma?” Aparecieron entonces múltipes fantasmas feroces, horribles y nauseabundos. Invadido por el pánico, el viajero se dijo: “Seguro que me van a matan.” Y lo mataron..." Nuestra mente es un árbol dador de deseos. Pensemos lo que pensemos, tarde o temprano ello se verá cumplido. En ocasiones, la brecha es tan grande que nos olvidamos por completo de lo que deseamos en un principio, de forma tal que no podemos reconocer la fuente. Si observamos profundamente, hallaremos que todos nuestros pensamientos se encargan de determinar cómo será nuestra vida. Ellos crean nuestro infierno y nuestro cielo, nuestra desgracia y nuestra alegría; dan origen a lo negativo y a lo positivo. Cada uno es su propio mago y fabrica un mundo en torno a sí mismo. Según sea la naturaleza de lo que construya, es atrapado o no por dicho mundo...recordemos que la araña es atrapada en su propia tela. No hay nadie que nos torture más, excepto nosotros mismos. Cuando se comprende esto, las cosas comienzan a cambiar. Entonces podemos transformar nuestro infierno en cielo. Sólo se trata de utilizar una visión diferente. Toda la responsabilidad es nuestra. Surge así una nueva posibilidad: podemos dejar de crear ese mundo. No hay necesidad de crear ni el cielo, ni el infierno… no hay necesidad de crear nada. El creador puede descansar y jubilarse. La jubilación de la mente es la MEDITACIÓN.  CECILIA |
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A todo aquél que visita mi sitio le doy las gracias, pues aún sin conocernos, me honra con el privilegio de su lectura, de su atención y de su inapreciable tiempo. Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos. Saludos solidarios e istmeños de CECILIA  CECILIA
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