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POTYLDA 110F
2178 posts
10/22/2015 8:12 am

Last Read:
5/13/2017 8:17 pm

ELLA, POR CECILIA R SALAS, PANAMÁ.





ELLA, POR CECILIA R SALAS, PANAMÁ.

Ya desde el primer día de clases, ella llamó poderosamente mi atención. Su forma desinhibida de sentarse, tan diferente al de las recatadas chicas que eran sus compañeras de aula, así como su lenguaje corporal desbordante de un desafiante desparpajo, la hacían única.

Transcurrido el primer mes de clases, y aunque pude comprobar su buen desempeño en las pruebas teóricas y experimentales de la asignatura, se me hizo más que evidente que un creciente conflicto se cocinaba entre ella y el resto de sus compañeros, tal y como lo evidenciaban las continuas interrupciones de la clase, a propósito de las frecuentes escaramuzas verbales que ella protagonizaba con cualquiera de los otros alumnos y alumnas. Como es de suponer, tales incidentes me dificultaban el lograr un desarrollo óptimo del proceso enseñanza-aprendizaje dentro del aula.

Conversé al respecto con otros colegas que atendían también a ese grupo de estudiantes del último año de bachillerato, y todos confirmaron mis sospechas: existía una guerra de guerrillas verbal declarada por ella a todos los integrantes del salón, así como muestras evidentes del relajamiento de la disciplina dentro del aula.

Yo acababa de regresar a Panamá proveniente de Cuba, en cuyas instituciones de enseñanza superior me habían provisto de un valioso bagaje metodológico y didáctico, acerca de la Enseñanza de la Química, por lo que luego de comunicarle a la profesora consejera del indisciplinado salón acerca de lo que pretendía indagar, decidí poner en práctica una de las tantas técnicas utilizadas para percibir las ocultas dinámicas que subyacen en los diversos grupo que aglutinan a seres humanos: el TEST SOCIOMÉTRICO.

La mecánica de dicho test es aparentemente simple: plantearle a cada integrante del grupo dos sencillas preguntas, en el caso nuestro, por ejemplo:

--- ¿Con cuál compañero te gustaría realizar un trabajo en grupo? ¿Por qué?

--- ¿Con cuál compañero no te gustaría realizar un trabajo en grupo? ¿Por qué?

Como resultado de las respuestas dadas a la primera pregunta, fueron notoriamente reveladoras y asertivas aquéllas que dejaban clara evidencia del óptimo desempeño y las cualidades personales positivas que caracterizaban al compañero seleccionado. Luego de una minuciosa y agotadora tabulación de los datos mediante una TABLA SOCIOMÉTRICA, procedí a elaborar el correspondiente SOCIOGRAMA, lo que me permitió identificar – entre otras cosas--, a los líderes del grupo más votados, la presencia o no de pandillas y de parejas de igual o diferente sexo que se seleccionaron mutuamente, sin faltar aquéllos a los que nadie escogió y/o a los que no seleccionaron a ningún compañero: los llamados solitarios, invisibles o verdaderas islas.

Muy por el contrario, en los resultados logrados como respuesta a la segunda pregunta, abundaban aquéllas en donde se hacían claros y tajantes señalamientos acerca de cada estudiante rechazado, por su deficiente desempeño escolar, por carecer de hábitos y actitudes tales como responsabilidad, puntualidad, formalidad, seriedad, etc. , y por el inapropiado comportamiento del compañero con los otros (ser grosero, maleducado, malhablado, soberbio, irrespetuoso, etc.).

La tabulación de dichas respuestas mediante una segunda TABLA SOCIOMÉTRICA y la confección de su respectivo SOCIOGRAMA me ofreció también la oportunidad de conocer la identidad de los individuos más rechazados, de las parejas de igual o distinto sexo que se rechazaban mutuamente y a los solitarios: aquéllos que no rechazaron a nadie y/o a los que nadie rechazó.

Con los resultados obtenidos al aplicar tal técnica – que nunca deben darse a conocer a los miembros del grupo--, procedí entonces a separar físicamente dentro del aula a aquellos estudiantes que conformaban pandillas y a las parejas que se escogieron mutuamente, mientras que ubiqué muy próximos a los que se habían rechazado entre sí. A los solitarios, verdaderas islas o invisibles, los ubiqué muy cerca de los alumnos líderes.

Una vez realizada la nueva distribución de los estudiantes dentro del aula de clases, les solicité a los colegas profesores mantener la misma ubicación durante sus respectivos horarios de clases, compartiendo con ellos los resultados plasmados en ambos SOCIOGRAMAS y aclarándoles que con ello perseguía mejorar la disciplina dentro del aula y propiciar una interacción más óptima entre los estudiantes, objetivos que fueron logrados prontamente.

Como habrán adivinado, a nuestra díscola ella nadie la escogió para realizar un trabajo escolar. Sobra comentarles que aparecía en el centro del segundo SOCIOGRAMA, constituyéndose así en la ganadora del dudoso honor de ser la estudiante más votada con respuestas de rechazo, dentro del grupo.

¿Qué hice al respecto?, se estarán preguntando. Cité a la acudiente de la estudiante, que resultó ser su madre. La señora, sin permitirme aclararle el motivo por el cual yo había requerido de su presencia en el colegio, procedió a proferir una interminable perorata, de la que tan sólo logro recordar cómo hacía referencia a otras dos hijas suyas muy hermosas y de piel clara que habían sido reinas del carnaval del barrio en donde vivían, comparándolas con su hermana menor -- ella era de tez morena, baja de estatura y poco agraciada físicamente--, aclarándome que ambas no le habían dado quebraderos de cabeza cuando asistían a la escuela, como lo hacía esta otra.

Cuando finalmente decidió escucharme, le hice un breve relato de los resultados encontrados por mí con respecto a su hija, luego de la aplicación del TEST SOCIOMÉTRICO. Su rostro se demudó y pude apreciar un brillo de lágrimas en su mirada. Le comenté que con el propósito de incrementar la autoestima de su acudida, yo la había seleccionado --por su buen rendimiento académico en mi asignatura--, como monitora de un grupo de sus compañeros de aula que precisaban de nivelación y reforzamiento académicos, pero que tenía que prometerme que por ningún motivo volvería a realizar comparaciones como las que solía hacer acerca del aspecto físico de sus hijas, pues me parecía que ello era la causa principal de la rebeldía y díscolo comportamiento en la escuela, de la menor de ellas.

Le recordé que así como los dedos de una mano no iguales y se mantienen unidos, los miembros de la familia tampoco lo y que para fortalecer los lazos familiares resultaba excelente poner en práctica otros valores intangibles y más perdurables que la belleza física.

A partir de entonces, no era insólito ver a ella rodeada de compañeros, los cuales se le acercaban para que les explicara tanto Química, como Física y Matemática, en las horas libres o durante el recreo.

Un día, mientras revisaba la asistencia en ese grupo, la Jefe de Orden me informó que ella había sido llevada de urgencia al Hospital del Niño, donde le habían extirpado el apéndice. Le pedí a sus compañeros de aula que la visitaran, pues es en una cama de hospital o en una cárcel, en donde se descubre quiénes los verdaderos amigos. Con tal propósito, un grupo de estudiantes y yo fuimos a verla al Hospital. Sobra comentarles que con esta última demostración de aprecio y solidaridad, los ataques verbales de ella hacia sus compañeros cesaron definitivamente.

Llegó la graduación, transcurrieron los años y no supe más de ella, hasta que acudí al Centro Hospitalario Dr. Arnulfo Arias M., con mi anciana madre lesionada a causa de una caída. Los médicos especialistas, luego de evaluarla y diagnosticarle una fractura de cadera que precisaba de cirugía, ordenaron su ingreso.

En la ventanilla de ingreso hospitalario, la funcionaria a quien le presenté los documentos me informó que en ese momento no había camas libres; que esperara en el pasillo, junto a la camilla en donde se encontraba mi madre, y que ya me avisarían cuando se desocupara una.

Eso hicimos y procedimos a esperar. A los pocos minutos, pude observar a una sonriente, atractiva y joven mujer vestida con un blanco uniforme que se acercaba a nosotras, llamándome por mi nombre… A continuación, me preguntó que a qué se debía mi presencia en ese lugar y yo, señalándole a mi madre y aún sin reconocerla, le informé acerca de su situación de salud, y que en Ingresos me habían dicho que debía esperar a que se desocupara una cama. Ella se identificó, me dijo que se había graduado de Enfermera en la Universidad de Panamá y que no nos moviéramos de ahí, que iba a subir a las salas, para verificar algo.

Tan sólo habían transcurrido unos pocos minutos, cuando ella regresó y me comentó, complacida, que había encontrado una cama desocupada en el Piso 4, información que hizo extensiva a la funcionaria de ingresos.

Mi mamá fue ingresada y operada, y durante todo el tiempo que estuvo hospitalizada, ella se mantuvo pendiente del estado de su salud. En dicha oportunidad, me encontré, igualmente, con un médico traumatólogo que había sido también mi alumno, pero esa es otra historia…




CECILIA


POTYLDA 110F
2043 posts
10/22/2015 8:15 am



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CECILIA




CECILIA