Close Please enter your Username and Password
Reset Password
If you've forgotten your password, you can enter your email address below. An email will then be sent with a link to set up a new password.
Cancel
Reset Link Sent
Password reset link sent to
Check your email and enter the confirmation code:
Don't see the email?
  • Resend Confirmation Link
  • Start Over
Close
If you have any questions, please contact Customer Service


POTYLDA 110F
2178 posts
4/2/2019 3:47 pm

Last Read:
4/2/2019 3:52 pm

FRAGMENTO DE LA NOVELA HEREJES, DE LEONARDO PADURA, CUBA. TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS





HEREJES, de LEONARDO PADURA, CUBA, es el título del absorbente libro que actualmente estoy leyendo, donde se narra la historia novelada acerca de un cuadro de REMBRANDT y una saga judía que llega hasta nuestros días, obra que confirma al autor como uno de los más destacados e internacionales escritores en lengua española.
Como una muestra, les dejo en la compañía de un fragmento de dicho texto, que evidencia, una vez más, el preciosismo investigativo que identifica a cada una de las novelas de la autoría de este prestigioso escritor.

CECILIA



FRAGMENTO DE LA NOVELA HEREJES, DE LEONARDO PADURA, CUBA. TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS

(…) “Esa misma tarde, mientras en la soledad de su estudio observaba el gigantesco e insólito retrato de grupo LA COMPAÑÍA DEL CAPITÁN COCQ -- recordada actualmente con el inapropiado nombre de LA RONDA DE NOCHE -- , que sólo esperaba por unos retoques para salir hacia los lujosos salones del KLOVENIERSDOELEN, sede de la exclusiva sociedad de arcabuceros, el pintor se juró que nunca más lloraría. Por ningún motivo. Porque sólo había una razón capaz de volver a provocarle el llanto: la muerte de Titus, el único de sus cuatro hijos con Saskia que había sobrevivido. Y Titus no moriría antes que él, como lo exigía la ley de la vida. Y si la vida lo obligaba a ver morir a Titus, en lugar de llorar maldeciría a Dios.

Aquel hombre tocado por el genio, premiado con el espíritu de la inconformidad perenne, perseguidor incansable de la libertad humana y artística, aunque golpeado por más fracasos y frustraciones de las que se merecía su paso por el mundo, pudo mantener por años su promesa, hasta que la vida volvió a sacudirlo, con una fuerza empeñada en derribarlo. Entonces, Rembrandt van Rijn, tan agotado, no tuvo fuerzas para cumplir el juramento que se hiciera a sí mismo. Antes de morir, Rembrandt tendría que llorar otras cuatro veces.

Lloró la tarde de 1656 cuando, vencido por las presiones de sus acreedores, debió declararse en bancarrota y abandonar su querida casa del número 4 de Jodenbreestraat, mientras los miembros del Tribunal de Insolvencias Patrimoniales hacían el inventario de todas sus pertenencias, obras, objetos y recuerdos acumulados durante años, para ser rematados en subasta pública y entregar los beneficios a los deudores.

Fue éste el más vulgar, mezquino, agresivo y lamentable de sus motivos de llanto y la amputación de su memoria, por la pérdida de pequeños y múltiples tesoros de los cuales se había hecho acompañar durante su vida: objetos exóticos venidos de todos los rincones del mundo conocido, piedras, caracolas, mapas y recuerdos de los cuales él solo sabía la razón por la cual habían llegado a su casa y permanecido allí.

En esa ocasión también debió entregar al remate la colección de grabados y aguafuertes de Andrea Mantegna, los Carracci, Guido Reni, y Jose de Ribera; grabados y xilografías de Martin Schongauer, Lucas Cranach el Viejo, Alberto Durero, Lucas van Leyden, Hendrick Goltzius, Maerten van Heemskerck y flamencos y coetáneos como Rubens, Anton van Dyck y Jacob Jordaens. Perdió también las xilografías realizadas a partir de Tiziano y tres libros impresos de Rafael, así como diversos álbumes estampados por los grabadores nórdicos más conocidos.

Rembrandt tuvo que entregar a los buitres del Tribunal de Insolvencias, incluso, sus propios tafelets, aquellos cuadernos de apuntes pictóricos que tan populares y recurridos se habían hecho , entre los artistas del país.

Volvería a llorar la noche de 1661, cuando los jerarcas del Ayuntamiento de Ámsterdam, sin pagar ni un centavo por el trabajo solicitado, rechazaron, por considerarla inapropiada, áspera e incluso inacabada, su pieza la CONJURA DE LOS BÁTAVOS BAJO CLAUDIUS CiVILIS, aquella obra maestra dedicada a celebrar el mítico nacimiento del país en tiempos del Imperio Romano y capaz, por sí sola, de revolucionar y adelantar dos siglos la pintura del XVII. Aquel día Rembrandt lloraría por la muerte de la libertad.

Urgido a sacarle algún dinero a la obra rechazada, el pintor tomó la terrible decisión de cortar el maravilloso lienzo, para tratar de vender, al menos, el fragmento en donde aparecen tras una copa de vidrio tres personajes fantasmagóricos, de cuencas oculares oscuras, como vacías: la única parte del cuadro que sobreviviría y que habría bastado para inmortalizar al pintor. A cualquier pintor.

Tal era la sequía de encargos a la que lo habían condenado por considerarlo un artista fuera de moda y tosco en sus realizaciones, que durante los últimos cinco años apenas había recibido un par de encargos: LA LECCIÓN DE ANATOMÍA DEL Dr. DEYMAN – un mal remedo de la dedicada al Dr. TULP – y LOS SÍNDICOS DE LOS PAÑEROS.

El pintor volvería a llorar el 24 de julio de 1663, cuando puso en una tumba de la Westerkerk el cadáver de Hendrickje Stoffels, la mujer que lo había acompañado por casi veinte años, le había dado amor, una hija, un modelo para algunos de sus cuadros más hermosos y atrevidos y, sobre todo, había logrado el milagro de hacer que volviera a reír, y tantas veces como él nunca pensó que habría sido posible.

Y ya cuando no le restaban fuerzas ni para maldecir a Dios, tendría que llorar el 7 de setiembre de 1667, cuando, contra natura, vio morir a su hijo Titus, a quien le faltaron quince días para llegar a los veintisiete años de edad. Tanto lloró aquella muerte que, apenas un año después el también moriría, lamentando el macabro retraso del Creador. Pues si la justicia divina existía, debió habérselo llevado a él unos años antes para evitarle, al menos, las dos últimas razones que tuvieron sus lágrimas”. (…)










CECILIA


POTYLDA 110F
2043 posts
4/2/2019 3:49 pm




A todo aquél que visita mi sitio le doy las gracias, pues aún sin conocernos, me honra con el privilegio de su lectura, de su atención y de su inapreciable tiempo.

Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos.

Saludos solidarios e istmeños de

CECILIA




CECILIA