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SILBANDO POR LA CALLE, POR ÁNGELES CASO, ESPAÑA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS   SILBANDO POR LA CALLE, POR ÁNGELES CASO, ESPAÑA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS (…) “MILIKI, el padre del gran EMILIO ARAGÓN, solía decir, cito: “Es imposible que alguien a quien te encuentres por la calle y vaya silbando no esté contento”. Recuerdo esa imagen. Se me aparece entre la neblina que impregna mi memoria: un hombre joven, con las llaves en la mano, camina por la calle hacia su casa, mientras va silbando. Yo pienso que va contento, porque se dirige a reunirse con la persona a la que ama. Pero esto es tan sólo un recuerdo de hace mucho tiempo, algo que ocurría en el pasado, y que ha dejado de suceder. Lo considero casi como un hallazgo arqueológico que, de pronto, resplandece en mi memoria. Sí, hubo una época en la que la gente silbaba y cantaba por la calle. En ASTURIAS, donde yo vivía, pasabas por delante de un chigre -- uno de aquellos bares en los que se tomaba sidra o vino barato, y que ya apenas existen --, y siempre había un hombre cantando una tonada asturiana, con esa tristeza tan parecida a la del cante jondo, o un grupo de personas, a menudo jóvenes, interpretando a coro alguna canción popular. La MÚSICA solía seguir luego por las calles, mientras el grupo se iba desintegrando. Los fines de semana también se cantaba en las plazas, así como en las casas… mujeres que cantaban, mientras sacudían el polvo, con las ventanas abiertas. Se silbaba en la calle y también pasaban personas tarareando en voz baja, mientras caminaban. Tengo la sensación de que ya nada de todo esto sucede. Nadie silba. Nadie canta solo por la calle, celebrando la maravilla de tener dos piernas que le mueven. Tampoco escucho a grupos de personas en las plazas, esforzándose por ajustar sus voces, para crear esa extraordinaria estructura que es una canción a coro, ni oigo cánticos surgiendo a través de las ventanas, más allá del griterío de los televisores con el volumen demasiado alto… Es cierto, sí, que queda la gente que hace música en las esquinas, en las terrazas de los bares o en el metro, y que recogen a cambio unas cuantas monedas. Pero podríamos afirmar que profesionales. El gusto de cantar por cantar, de silbar porque estás contento, de expresar los sentimientos mediante ese lenguaje tan elemental de la vida humana que es la MÚSICA, parece haberse extinguido. No sé si nos hemos vuelto demasiado estirados o vamos con mucha prisa, pero la gente ya no silba. Quizá es que estamos más tristes…  CECILIA |
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Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos. Saludos solidarios e istmeños de CECILIA  CECILIA
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