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VIVIR CON MENOS, PARA VIVIR CON MÁS, POR MAX KÁISER. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALA   VIVIR CON MENOS, PARA VIVIR CON MÁS, POR MAX KÁISER. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS Desde pequeño me enseñaron a querer y a buscar más de todo. La vida se trataba de tener más, de buscar más, de querer más. Cualquier cosa, material o inmaterial, era sólo el escalón previo para buscar algo más de ello. Cada vez más rápido, todo se hacía viejo e insuficiente. Y así era. Hasta hace poco, mi vida era tan sólo una carrera frenética de acumulación y sustitución. Más de todo, todo el tiempo... Pero, de pronto, llegó la pandemia: ese freno de mano brutal, que no vimos venir y, como consecuencia de ella, la carrera interminable por acumular y sustituir se paró abruptamente. En un principio, como muchos, yo imaginé que sería un simple freno temporal; unas cortas vacaciones en casa, un sabático de 4 semanas y que, pronto, todo regresaría a la normalidad. Pensábamos que los ahorros alcanzarían, que los proyectos podían esperar y que la familia iba a aguantar. Pero las 4 semanas se convirtieron en 6 meses; los ahorros no alcanzaron, los proyectos se suspendieron indefinidamente y la familia ya está hasta los cuernos de permanecer encerrada. En ese lapso, se ha reducido el espacio que habito, el número de personas con las que interactúo y la cantidad de cosas que tengo que hacer cada día. Sin darme cuenta, he tenido que aprender a vivir con menos de todo: menos espacio para moverme, menos compromisos por día y menos ingresos; menos gastos, menos diversión y contacto con personas distintas; menos traslados y prisas, menos tráfico y menos contaminación; menos privacidad y menos espacios propios, menos distractores; menos alternativas, menos cosas, menos lujos y menos formalidades. De pronto, he dejado de vestir camisas, sacos, corbatas y zapatos. Tres cuartas partes de mi ropa ha quedado relegada en el armario. Dos o tres pantalones, unas playeras y un par de tenis me resultan suficientes para recorrer la casa, con la presencia de las mismas personas de siempre y haciendo lo mismo de siempre, todos los días. Las cosas acumuladas por años han empezado a estorbar. Los espacios de la casa, que antes eran sólo lugares de paso y esquinas que adornar y embellecer, se han convertido en espacios vitales para estar y pasar muchas horas. HABITAR empezó a ser más importante que ACUMULAR. VIVIR empezó a ser más importante que SUSTITUIR y RENOVAR.. EXISTIR Y RESISTIR empezó a ser más importante que PRESUMIR y MOSTRAR. La Vida se hizo más lenta, más monótona, más repetitiva. Muchas personas que parecían imprescindibles en mi Vida, simplemente desaparecieron. Decenas de cosas que antes parecían esenciales durante cada día, quedaron relegadas en un cajón. Una laptop, un celular, un bolígrafo, un libro, unos plumones y un pizarrón se han convertido en las cosas que realmente necesito, para existir y resistir. VIVIR y RESISTIR es lo único que hoy importa. Lo demás, estorba. De pronto, vivir con menos generó el espacio que necesitaba para vivir con más. Vivir con menos personas me permitió disfrutar más de las que sí tengo. Vivir con menos espacio me obligó a verme, y a aprender a convivir conmigo. Vivir con menos cosas generó un amplio lugar para crear otras nuevas y mejores. Vivir con menos dinero me obligó a valorar más el que llega, y a hacerlo rendir mejor. Vivir con menos prisa me generó más tiempo para sentir. Vivir con menos distractores me obligó a prestar atención. Vivir con menos formalidades me orilló a entender las prioridades. Vivir con menos obligaciones me permitió volver a sentir el placer de servir. No estoy listo para agradecerle a la Vida este momento, pero sí quiero recordarlo siempre, porque 2020 me ha enseñado que vivir con menos me permite vivir con más... CECILIA |
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