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POTYLDA 110F
2178 posts
11/30/2020 12:16 pm

Last Read:
11/30/2020 12:40 pm

FRAGMENTO DEL ARTÍCULO ME VAN A TENER QUE DISCULPAR, POR EDUARDO SACHERI, ARGENTINA. TEXTO SELECCIO




Les ofrezco los párrafos finales de un extenso artículo de EDUARDO SACHERI, ARGENTINA, los que dan cuenta de la deuda de gratitud que su autor - - al igual que millones de argentinos - - contrajo con MARADONA, la luminosa e irrepetible tarde del partido ARGENTINA Vs. INGLATERRA, durante la COPA MUNDIAL MÉXICO 86.

"A mí no me importa lo que Diego hizo con su vida; a mí me importa lo que hizo con la mía". ROBERTO FONTANARROSA, ARGENTINA

CECILIA 🏀🏀🏀🏀🏀



FRAGMENTO DEL ARTÍCULO ME VAN A TENER QUE DISCULPAR, POR EDUARDO SACHERI, ARGENTINA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS
"A DIEGO

(...) Esa mañana habrá sido como todas. El mediodía también. Y la tarde arrancaría, en apariencia, como tantas otras. Una pelota y veintidós tipos. Y otros millones de tipos comiéndose los codos delante de la tele, en los puntos más distantes del planeta.

Pero, ojo! , que esa tarde seria distinta. No se trata de un partido. Mejor dicho: no es sólo un partido. Hay algo más. Hay mucha rabia, dolor y frustración acumulados en todos esos tipos que miran la tele.

Se trata de emociones que no nacieron por el fútbol. Nacieron en otro lado. En un sitio mucho más terrible, mucho más hostil, mucho más irrevocable.
Pero a nosotros, a los de acá, no nos queda otra que contestar en una cancha, porque no tenemos otro sitio, porque somos pocos, porque estamos solos, porque somos pobres.

Pero, para eso, ahí está la cancha, el fútbol, y ellos o nosotros. Y si somos nosotros, el dolor no va a desaparecer, ni la humillación ha de cesar.

Pero si ellos. Ay!, si ellos....Si ellos, la humillación va a ser todavía más grande, más dolorosa, más intolerable.

Si ellos, vamos a tener que quedarnos mirándonos a las caras, diciéndonos en silencio: "Te das cuenta? Ni siquiera aquí, ni siquiera esto se nos dio a nosotros" .

Así que ahí están los tipos. Los once nuestros y los once de ellos. Es fútbol, pero es mucho más que fútbol. Porque cuatro años es muy poco tiempo como para que te amaine el dolor y se te apacigüe la rabia.

Por eso no es sólo fútbol. Y con semejantes antecedentes de tarde borrascosa, con semejante prólogo de tragedia, va este tipo y se cuelga para siempre del cielo de los nuestros.

Porque se planta enfrente de los contrarios y los humilla. Porque los roba. Porque delante de sus ojos los afana (ganar por alto margen en una competencia deportiva). Les devuelve ese afano por el otro, por el más grande, por el infinitamente más enorme y ultrajante.

Porque aunque nada cambie, allá están ellos, en sus casas y en sus calles, en sus pubs, queriéndose comer las pantallas de pura rabia, de pura impotencia por ver que el tipo sale corriendo y mira de reojo al árbitro que se compra el paquete y marca el medio.

Hasta ahí, eso sólo ya es historia. Ya parece suficiente. Porque le robaste algo al que te afanó primero. Y aunque lo que él te robó te duele más, vos te regodeas, porque sabes que esto, igual, le duele.

Pero aún hay más. Aunque uno desde acá diga: "Bueno, es suficiente, me doy por hecho"., hay más. Porque el tipo, además de piola (inteligente, hábil, astuto), es un artista. Es mucho más que los otros.

Arranca desde el medio, desde su campo, para que no queden dudas de que lo que está por hacer no lo ha hecho nadie. Y aunque va de azul, va con la bandera. La lleva en una mano, aunque nadie la vea.

Empieza entonces a desparramarlos para siempre. Y los va liquidando uno a uno, moviéndose al calor de una música que ellos, pobres giles ( persona considerada tonta, lenta o incauta; que tiene escaso entendimiento o a la que le falta la razón), no entienden. No sienten la música, pero sí sienten un vago escozor, algo que les dice que se les viene la noche.

Y el tipo sigue adelante. Para que empiecen a no poder creerlo. Para que no se les olvide nunca. Para que, allá lejos, los tipos dejen la cerveza y cualquier otra cosa que tengan en la mano. Para que se queden con la boca abierta y la expresión de tontos, pensando que no, que no va a suceder, que alguno lo va a parar, que ese morochito vestido de azul y de argentino no va a entrar al área con la bola mansita a su merced, que alguien va a hacer algo, antes de que le amague al arquero y lo sortee por afuera; de que algo va a pasar, para poner en orden la historia, y que las cosas sean como Dios y la Reina mandan; porque en el fútbol tiene que ser como en la Vida, donde los que llevan las de ganar ganan, y los que llevan las de perder, pierden.

Se miran entre ellos y le piden al de al lado que los despierte de la pesadilla. Pero no hay caso, porque ni siquiera cuando el tipo les regala una fracción de segundo más, cuando el tipo aminora el vértigo, para quedar de nuevo bien parado de zurdo, ni siquiera entonces van a evitar entrar en la historia como los humillados, los once ingleses despatarrados e incrédulos; los millones de ingleses mirando la tele sin querer creer lo que saben que es verdad para siempre, porque ahí va la bola a morirse en la red para toda la eternidad, y el tipo se abraza con todos y levanta los ojos al cielo.

Y no sé si él lo sabe, pero hace tan bien en mirar al cielo. Porque el afano estaba bien, pero era poco. Porque el afano de ellos era demasiado grande.
Así que faltaba humillarlos por las buenas. Inmortalizarlos para cada ocasión en la que ese gol volviese a verse una y otra vez... para siempre y en cada rincón del mundo.

Ellos... volviendo a verse una y mil veces, hasta el cansancio, en las repeticiones incrédulas. Ellos... pasmados, ellos llegando tarde al cruce; ellos, viéndolo todo desde el piso, ellos hundiéndose definitivamente en la derrota, en la derrota pequeña, futbolera, absoluta, eterna e inolvidable.

Así que, señores, lo lamento. Pero no me jodan con que lo mida con la misma vara con la que se supone debo juzgar a los demás mortales.

Yo le debo esos dos goles a Inglaterra. Y el único modo que tengo de agradecérselo es dejarlo en paz con sus cosas.

Porque ya que el tiempo cometió la estupidez de seguir transcurriendo, ya que optó por acumular un montón de presentes vulgares encima de ese presente perfecto, al menos debo tener la honestidad de recordarlo para toda la Vida. Yo conservo el deber de la memoria!!! ".







CECILIA


POTYLDA 110F
2043 posts
11/30/2020 12:18 pm

A todo aquél que visita mi sitio le doy las gracias, pues aún sin conocernos, me honra con el privilegio de su lectura, de su atención y de su inapreciable tiempo.

Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos.

Saludos solidarios e istmeños de

CECILIA




CECILIA