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CRÓNICA ANUNCIADA,AUTOR DESCONOCIDO. SELECCIÓN Y EDICIÓN POR C R SALAS  Les hago entrega de este texto de autor desconocido, el cual dedico, de manera especial, a todos los que compartieron fiestas y reuniones la pasada Navidad y Año Nuevo, sin circunscribirse a su burbuja, ni cumplir con las recomendaciones del MINSA, a propósito de la pandemia de COVID-19. CECILIA 😱😱😱😱😱  Alrededor del cinco de enero vas a querer dormir mucho. Al día siguiente te sentirás afiebrado, te dolerá un poco la garganta y/o tendrás deposiciones flojas. No le darás mucha importancia a estos síntomas, pues no estás tan mal, después de todo. Pero, al sexto o séptimo día no podrás oler ni saborear el café, ni sentir el aroma de tu perfume favorito. Entonces, lo sabrás. Seguidamente irás a Urgencias de algún hospital y te van a introducir un hisopo en cada fosa nasal. No te voy a mentir: siempre te saca lágrimas. Dos horas más tarde, te dirán que eres positivo, pero que los exámenes y tu oxigenación están bien. Y te mandarán de regreso a casa. Te sentirás muy cansado y despertarás por las noches con punzadas dolorosas en el pecho. A medida que vayan transcurriendo las horas te va ir costando más trabajo respirar y tendrás tos con una flema que no puedes expectorar. El diez de enero, aproximadamente, regresarás al hospital, pero esta vez te dejarán internado. Te ubicarán en un salón con enfermos en mejores y peores condiciones de salud que tú, y te atenderá un personal sanitario vestido con monos azules o blancos, anteojeras, gorros y guantes. En un primer momento, te colocarán en la nariz un tubito para suplirte de oxígeno a baja presión, pero pocas horas después lo reemplazarán por otro un tanto más grueso, por donde te abastecerán de un chorro de aire húmedo y caliente. Varias veces al día te pincharán las venas de los brazos, y las arterias de las muñecas. A medida que pasa el tiempo, extrañarás cada vez más tu casa y a las personas con las que vivías, así como el ver una cara completa y sentir el roce de una piel sin guantes. De igual manera, sentirás más dificultades para respirar. Un día te pondrán una máscara con correas, como la que usan los buzos, durante unas cuatro horas o más. Cuando te la quiten, en tu rostro se observará una marca roja que te causará un gran escozor. Seguidamente, te colocarán nuevamente el tubito grueso o una máscara con una bolsa de aire que se infla y desinfla al compás de tu respiración. Para el trece de enero, se te acercará un sanitario y te dirá al oído que tienen que intubarte. No te voy a mentir: sentirás miedo y tristeza; querrás despedirte de tus seres queridos, pero escucharás que te responden: "No hay tiempo". Les preguntarás si todo va estar bien y te dirán que sí. No te voy a mentir: nunca lo sabemos. Luego procederán a sedarte, sentirás sueño y todo se oscurecerá a tu alrededor. Es posible que sientas cómo te introducen un objeto sólido por la garganta. Entrarás, finalmene, en un sueño muy profundo. Puede que no despiertes nunca, y dos o siete días después salgas del hospital en una bolsa negra. También pudiese ser que despiertes una o dos semanas después, y te des cuenta de que existe.un orificio en tu piel, a la altura de la tráquea, al igual que una sonda en la nariz y otra en la uretra, por donde se excreta la orina. Es posible que pienses que te están maltratando, querrás huir e inútilmente tratarás de levantar tus adelgazados brazos. Puede que nunca te enteres de lo que pasó durante esas dos semanas que permaneciste en un coma inducido. Yo te lo voy a decir. Te acostaron boca abajo, para que no fallecieras por falta de oxígeno; tu cara se hinchó, te pusieron en una máquina que hizo las veces de tus riñones, te llenaste de bacterias muy infecciosas, te hicieron un orificio en la tráquea, por donde expulsabas continuamente mucha flema, te alimentaban a través de una sonda colocada en la nariz y el personal te volteaba en la camilla cada tres horas. Es muy probable que el treinta de enero o a principios de febrero regreses a casa, caminando a pasos muy cortos. Te verás muy delgado y te va a faltar el aire con tan sólo ir al baño; por la noche te van a doler las piernas. Puede que tengas continuas pesadilla, escuchando el sonido de pitidos y alarmas. Quizá esto que he narrado no te pase a ti... pero también puede ser peor, si te conviertes en el vehículo del virus y que, por tu culpa, todo lo descrito con anterioridad le suceda a alguien a quien amas, o a los padres y/o abuelos de tu mejor amigo. Aún estás a tiempo de evitar que esto suceda... CECILIA |
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Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos. Saludos solidarios e istmeños de CECILIA  CECILIA
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