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AMIGOS, POR FRANCISCO (Paco) MORENO, ESPAÑA-PANAMÁ. TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS  AMIGOS es el cuento escrito por mi gran amigo FRANCISCO (Paco) MORENO, que espero sea de su total agrado. CECILIA ✍️✍️✍️✍️✍️  AMIGOS, POR FRANCISCO (Paco) MORENO, ESPAÑA-PANAMÁ. TEXTO SELECCIONADO POR CECILIA R SALAS Llevaban varios años siendo amigos. No recuerdan cuándo se conocieron; lo único que recuerdan es que aquel día almorzaron juntos en un restaurante de Río Abajo. En el callejón, por supuesto. Se parecían mucho. Ambos tuvieron algún día una familia y un hogar, y ambos fueron traicionados por la persona que más querían, que prefirió a un extraño. Ambos compartían cualquier cosa que les ofrecieran. Ambos sufrían dermatitis pruriginosa por la falta de higiene. Ambos creían no poder vivir uno sin el otro, pero no necesitaban de palabras para expresarse su mutuo afecto. Ambos disfrutaban la libertad de no estar atados a alguien y de andar sin rumbo por el mundo. Recorrían la ciudad sin prisa. Cuando hacía sol gozaban de la brisa fresca, a la sombra de un árbol. Cuando llovía buscaban un techo para refugiarse tras la cortina de agua. Pedían limosnas de lunes a viernes, en las salidas de los supermercados, y los sábados y domingos, en las puertas de las iglesias. De noche dormían juntos debajo de cualquier puente. Sus costumbres eran parecidas, pero no siempre coincidían: uno necesitaba fumar unas cosas raras para sentirse alegre; el otro siempre estaba contento, sin precisar fumar nada. Aunque vagabundeaban juntos, uno era más curioso que el otro y, a veces, se desviaba del camino, para averiguar cosas que al otro no le interesaban. Eso fue lo que ocurrió hoy: al investigador se le atravesó una ardilla y no pudo resistir el deseo de perseguirla. Cuando oyó a su colega --que ya había cruzado por el puente peatonal y lo llamaba desde la otra acera -- , la alegría de reunirse con él fue superior a su instinto persecutorio, y se lanzó como una flecha por el camino más corto. Ni siquiera vio el auto. Los conductores, cansados de hacer sonar las bocinas de sus autos, insultaban al drogadicto harapiento que obstruía el tráfico, sentado en mitad de la vía. Le veían llorar abrazado a un perro sarnoso, del que caían rojas gotas sobre el asfalto. A nadie le interesó el llanto del hombre, ni la sangre del animal... CECILIA |
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Los invito afectuosamente a que enriquezcan mis notas con sus comentarios y a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán bienvenidos. Saludos solidarios e istmeños de CECILIA  CECILIA
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