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EUTANASIA PASIVA, POR AURA LUCÍA MERA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS  CECILIA ✍️ ✍️ ✍️ ✍️ ✍️ Esta carta fue enviada por una mujer de 78 años al períódico EL PAÍS, ESPAÑA, sobre el tratamiento que en la actualidad recibimos ese sector de la población conocida como la TERCERA EDAD, una tragedia silenciosa que se está extendiendo por todo el mundo, a manera de pandemia, y de la que muy pocos hablan.  EUTANASIA PASIVA, POR AURA LUCÍA MERA. TEXTO SELECCIONADO Y EDITADO POR CECILIA R SALAS “Conozco y desapruebo totalmente la EUTANASIA PASIVA que se ha implantado y se ejecuta cada día con los viejos. EUTANASIA PASIVA es que tengamos que pedir una cita previa para todo. EUTANASIA PASIVA es que intentemos pedir esa cita anticipada por teléfono, y nos conteste una máquina. EUTANASIA PASIVA es que tu interlocutor te atropelle hablando como una metralleta o que te apremien en las cajas de los supermercados, sin darte tiempo a meter los productos en las bolsas de la compra. EUTANASIA PASIVA es que te recomienden que acudas a un hijo o nieto, para que haga por ti lo que no entiendas o no seas capaz de hacer”. Fin de la carta. Como bien lo afirma MANUEL DOMÍNGUEZ, catedrático español, el EDADISMO va arrinconando a las personas mayores, cuando llega esa tremenda soledad no elegida, que va minando el ánimo y debilitando las defensas inmunológicas; cuando se hace presente ese alejamiento social que conlleva un dolor que afecta la calidad de vida, en los hogares unipersonales, tan de moda actualmente. “Si eres sénior, mujer y viuda, eres una mujer invisible, no existes. Hay que producir o morir; es la exaltación de la gente joven por el solo hecho de producir. Si eres joven, te utilizamos y si eres sénior, no nos importas”, afirma DOMÍNGUEZ. LA EUTANASIA PASIVA no contempla la inyección letal, pero penetra en el alma cada día. Es el desamor de los más cercanos, cuando la edad comienza a pasar factura a la autonomía, con la pérdida de facultades físicas y mentales; cuando se va erosionando la identidad, porque la persona mayor ya no está actualizada como lo estaba cuando joven; es la merma de la pertenencia, pues muchas de las personas de su círculo de amistades han muerto, y se queda cada vez más aislada y limitada en sus relaciones amicales y sociales. Es cierto que vivimos más años y con mejor calidad de vida, gracias a la tecnología y a los avances médicos. No obstante, los viejos se están muriendo por dentro, a causa del desamor, de la indiferencia y de la soledad. Las jubilaciones súbitas, a partir de cierta edad, muchas veces mutilaciones emocionales. La misma etiqueta de jubilado predispone al alejamiento. Ya nadie le busca en el mercado laboral y no sabe cómo comenzar a vivir en este nuevo estilo de “sano y fuerte por dentro, pero discriminado por fuera”. Si se es hombre y se enamora de alguien más, es tildado de viejo verde. Si es mujer, la descalificación es peor, pues “ya no está para esos trotes”. Si los viejos participan en una conversación de jóvenes, nadie les escucha, porque “están gagá o chalados”. El SISTEMA DE SALUD no quiere gastar dinero en ellos mediante exámenes costosos, porque “ya pa qué”, y les envían de un lugar hacia el otro, mientras se acaban de enfermar o, con suerte, de morirse rápido, para que no sigan jodiendo más, ni a la familia, ni a nadie. Sucede en ESPAÑA, en JAPÓN, en COLOMBIA y hasta en la CONCHINCHINA. Más que como ser humano, te empiezan a mirar como un peligro o como a un bicho raro: -- ¿Cómo así, todavía va al gimnasio? -- ¿Cómo se le ocurre seguir conduciendo el auto? -- ¿Cómo se atreve a ponerse ese vestido de baño? -- ¿Y esa pinta de colores, a su edad? Así transcurren los días, tanto para los hombres como para las mujeres que aún disfrutan de plenas facultades y que todavía cuentan con mucha vida, inteligencia y cosas que compartir, pero que están padeciendo de inmensas sobredosis de soledad. Cada vez más, todo esto se observa en las miradas perdidas en el horizonte, de cientos y miles de ancianos de nuestro entorno, porque vivir en soledad es malvivir. Cuando visito un hogar geriátrico, siento esa soledad emocional en compañía de otros también abandonados a su suerte, en manos de cuidadores que no conocen ni sus nombres y, mucho menos, la historia de sus vidas. (…) Como afirma DOMÍNGUEZ en su libro SÉNIOR, LA VIDA QUE NO CESA, el cambio verdadero lo vamos a dar los séniors. Y ello lo lograremos al no dejarnos arrinconar, exigiendo respeto, haciendo lo que nos dé la gana, opinando lo que querramos, no dejándonos atropellar por nadie y sacando o metiendo la pata, cuando así lo decidamos. CECILIA |
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Muchas gracias a todos los lectores que visitan mi Blog, honrándome con el privilegio de su atención e inapreciable tiempo. Aprovecho la oportunidad para desearles a todos que logren ser felices siempre, sea cual sea la realidad que les toque vivir, invitándoles, como siempre, a que continúen visitando mi espacio, que es también el suyo, lugar en donde siempre serán cordial y afectuosamente bienvenidos. Saludos solidarios e istmeños de CECILIA  CECILIA
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