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PORQUE LUCHAN LOS HOMBRES (un cuento del maestro Om Sacras) DURANTE UNA CLASE EXPOSITORA, EN LA CUAL LOS ESTUDIANTES DEBERIAN MOSTRAR SUS CONCLUSIONES SOBRE LOS CONFLICTOS BÉLICOS DE LA HUMANIDAD, UNO DE MIS ALUMNOS ME SORPRENDIO CON ESTE RELATO. ME PARECIÓ POR DEMAS FILÓSIFICO Y ACERTADO. AQUI SE LOS DEJO PARA SU EVALUACIÓN. Pies descalzos separados a la altura de los hombros, rodillas flexionadas, tronco erguido; brazos extendidos al frente mostrando la palma de las manos, curtidas y a la vez suaves. A primera vista podría parecer que el hombre estaba petrificado, como si fuera una estatua certeramente esculpida. No era del todo cierto. El maestro Om Sacras practicaba sus movimientos de inmovilidad, ............A pesar de que un ojo no entrenado no podía percibirlo, Om Sacras se movía. Lo hacía del mismo modo que los árboles. Lenta, milimétricamente, controlando la energía empleada. Si le dieran la oportunidad, tras varios días de ejercicio, el maestro habría modificado su postura, o quizás hubieran brotado hojas de las yemas de los dedos. Quién sabe. Om Sacras percibió, con cierto fastidio, como los torpes pisotones de uno de sus pupilos se aproximaban a él, aplastando la hierba a su paso. — Maestro— dijo el aprendiz, con timidez—, ¿estás ocupado? ................................. — Estoy ocupado atendiéndote— Aclaró—. Vuelve y cuéntame qué te aflige, si tal es tu deseo. Cohibido, el muchacho se acercó de nuevo al maestro y le imitó, sentándose en la posición del loto y quedando los ojos de ambos frente a frente. Om Sacras se limitó a esperar a que el joven encontrara las palabras que buscaba. — Maestro— se decidió al fin—, nuestras tierras viven en paz desde hace siglos. Sin embargo he peregrinado por los reinos vecinos en busca de Lucidez, tal y como ordenan los preceptos de nuestra orden, y he visto cosas horribles—. Titubeó unos instantes antes de continuar—. He observado la violencia de cerca, he vivido la pobreza y el hambre de sus habitantes, y he socorrido a aquellos que huían de sus casas para salvar la vida. Om Sacras asintió comprensivamente, esperando la pregunta, tantas veces formulada. — Todo eso me atormenta— continuó su discípulo—. Y es que, aunque he visto mucho, no llego a comprender como pueden suceder cosas así. Maesto dime, ¿porqué los hombres hacen la guerra? Si le hubieran preguntado más tarde, el joven habría jurado que, durante la larga pausa que siguió, su mentor no respiraba ni movía un solo músculo. Parecía como si le hubieran crecido raíces y se hubiera convertido en un árbol más del jardín. Sin embargo, el tiempo es relativo, y lo que para unos es una eternidad, para otros es sólo un instante. Los ojos de Om Sacras se estrecharon hasta convertirse en dos finas líneas antes de responder. Cogió entonces una rama caída, fina y flexible y la partió en cuatro trozos; el primero, ligeramente curvo, algo más corto que el resto. A continuación los colocó en el suelo de tal manera que el trozo curvo quedara, a ojos de su pupilo, sobre los otros tres, como si fuera el techo de una casa. — Sucede— comenzó— que tres hombres salen bajo un solo paraguas. Como el paraguas no es suficiente para cubrirlos a todos, dos de ellos se alían contra el tercero y le expulsan— llegado este punto recogió uno de los tres palos largos y lo retiró de debajo del palo curvo. — Sucede— continuó— que, a pesar de que hay más espacio disponible, sigue sin ser suficiente para los dos que quedan bajo el paraguas. Así pues, el más fuerte empuja a su compañero fuera, quedándose el paraguas para sí—. Con un gesto solemne, Om Sacras retiró el segundo palo. — Sucede— prosiguió— que los dos expulsados deciden unir sus fuerzas y recuperar lo que, en su corazón, creen suyo por derecho. Por lo tanto, acechan al más fuerte hasta que lo sorprenden en un callejón y lo asesinan— La mano de Om Sacras retiró el tercer palo, sustituyéndolo por los otros dos. — Sucede— dijo, acercándose al joven novicio hasta que sus narices casi se tocaron— que los dos que quedan pelean por el paraguas y caen, heridos de muerte. Om Sacras recogió los tres palos y los lanzó al aire, a su espalda. Se hizo el silencio entre maestro y discípulo. Un silencio pesado que el muchacho turbado, no se atrevió a romper hasta que Om Sacras se retiró de nuevo. — Creo que lo entiendo, maestro— dijo el joven, acariciándose la barbilla con cierta duda—: podrían compartir el paraguas, mojándose un poco todos. En cambio, prefieren arriesgarse a morir a manos de sus compañeros, con la esperanza de quedarse el paraguas para sí y guarecerse solos de la lluvia: Avaricia y Orgullo, esa es la respuesta. El poblado bigote de Om Sacras se estremeció entonces, esbozando una sonrisa triste. — Te quedas a medio camino— dijo—. Debes llegar al final. El discípulo, sorprendido, observó la sonrisa de su maestro con curiosidad, perdida ya toda vergüenza. — No comprendo— confesó—. Ayúdame a llegar. Om Sacras se tomó un momento para admirar la belleza de los cerezos en flor, respiró su aroma, sencillo y a la vez sublime, y preguntó: — ¿Quién dijo que estuviera lloviendo? |
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Acertadamente Mi Señora, cierto es que todos estamos atrapados de una u otra manera en esta guerra sin fin. Gracias por su presencia y su palabra
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Este escrito sin dudas es aleccionador bien por quien fue sagaz en colocarlo como parte de sus obligaciones... comprender este mundo y de porque ocurren las diferencias y de ellos los conflictos por situaciones que a veces no tiene sentido o razón de ser y es la sin razón la que actúa ... Abrazo cálido!! ]    Gracias por u presencia y su palabra
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Este escrito sin dudas es aleccionador bien por quien fue sagaz en colocarlo como parte de sus obligaciones... comprender este mundo y de porque ocurren las diferencias y de ellos los conflictos por situaciones que a veces no tiene sentido o razón de ser y es la sin razón la que actúa ... Abrazo cálido!! ]  LO MAS RELEVANTE ES EL AMOR
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